lunes, 27 de junio de 2011

En seguridad, no nos tiremos la pelota

La seguridad de los porteños vuelve a ser un campo de Batalla entre el Gobierno de la Ciudad, liderado por Mauricio Macri, y el Gobierno Nacional. Hoy la nueva batalla es por el costo político, y no por los heridos, los destrozos y el descontrol que se produjeron en Núñez luego del descenso de River el día de ayer.

El Gobierno Nacional aún no ha aportado justificaciones convincentes para un hecho que era previsible, y Mauricio Macri se limita a señalar que “el operativo estuvo mal hecho”, con una frialdad que pareciera hablar de hechos que transcurrieron en Helsinki, como si al Jefe de Gobierno sólo le quedara observar y criticar, cuando en realidad la Policía Metropolitana tendría que haber estado en las cercanías del estadio, donde se produjeron los desmanes.

Por eso la seguridad de los porteños no es una pelota que pueda tirarse de un campo al otro. El Gobierno Nacional y el de la Ciudad no pueden, ante cada hipótesis de inseguridad, hacer cálculos en términos de especulaciones políticas.

¿Qué nos queda a los porteños ante una eventual reelección de Macri o ante una homologación de las políticas nacionales en la Ciudad de Buenos Aires si no se cambia de raíz la lógica perversa del tema de la inseguridad?¿Incrementar las medidas personales de seguridad, como la adquisición de perros de ataque, armas, inmovilizadores electrónicos, gas de pimienta, rejas, alarmas, y otros como la contratación de servicios de seguridad privada?

No hay que hacer mas cuentas electorales cuando se trata de garantizarle la seguridad a los porteños, ya que están en juego la vida y los bienes de los habitantes de esta ciudad. La mezquindad, las peleas y la falta de diálogo, generaron una Buenos Aires insegura.

Cuando nos tocó gobernar, hubo momentos de tensión con el Gobierno Nacional, pero no nos victimizamos o quejamos. No pensé en los ataques o agravios, pensé en los porteños que son mucho más importantes que mi ego y me senté a dialogar.

Hipótesis de conflictos como las de Núñez me hubieran encontrado sentado con el Gobierno Nacional, toda la semana previa -más allá de las peleas- asumiendo mi compromiso ineludible como Jefe de Gobierno de darles seguridad a los porteños, para lo cual es necesaria una planificación conjunta de las actividades, funciones y alcances de las policías Metropolitana y Federal, en línea con una complementación funcional al control y contención de eventuales desmanes. De allí lo imprescindible de nuestra propuesta de crear una Autoridad Metropolitana de Seguridad que coordine las acciones de las policías Federal, Bonaerense y la de la Ciudad.

En tanto el problema de la inseguridad tiene causantes multidimensionales y afecta a toda el área metropolitana, las soluciones deben ser pensadas y construidas en conjunto entre los distintos actores del área, para abordar la problemática de manera integrada y sistémica, diseñando soluciones de mayor alcance y profundidad.

Teniendo en cuenta estas ideas, y estando en el Gobierno en 2007, pensamos y diseñamos con mi ministro de seguridad Diego Gorgal, un Plan de Seguridad Ciudadana, apoyado en la articulación con distintos organismos públicos y privados del área metropolitana, bajo los ejes de prevención y contención del delito, apuntando a la vez a los problemas urgentes y los de fondo. Para ello incorporamos cámaras de última generación y planteamos la creación de Comisarías Itinerantes, desde la cuales se actúa en la contención del delito operando in situ desde los puntos neurálgicos del mapa de riesgo, optimizando así la gestión de recursos y la labor policial.

Una de las primeras medidas de mi Gobierno será la instalación de cámaras en todas las plazas, parques, estaciones, y demás lugares de riesgo, controladas por centros de monitoreo, desde los cuales, ante un hecho captado por las cámaras, se enviarán fuerzas al lugar en el menor tiempo posible.

Uno de los puntos clave de nuestro plan es la prevención de los factores de riesgo. En esta línea, se busca generar desde la Ciudad iniciativas destinadas a la inclusión social de sectores vulnerables desde el desarrollo de políticas de educación formal y no formal, salud y asistencia social. También se aborda la prevención en cuanto el mejoramiento del espacio público a través de la iluminación, señalización y desmalezamiento, en vistas de reducir los lugares y las condiciones propicias para el delito. Necesitamos un espacio público armonioso, iluminado y amigable que desaliente la comisión de delitos.

Porque Buenos Aires es hoy una ciudad insegura, seguridad es mi compromiso más importante.

jueves, 23 de junio de 2011

Padecimiento cotidiano. Colapso del tránsito en la Ciudad.

Hace unos días, dimos a conocer el proyecto para prohibir taxativamente el corte de las avenidas principales de la Ciudad de lunes a viernes.

La Ciudad de Buenos Aires, al igual que otras ciudades de las características de la nuestra, tiene que tener diagramado un circuito de emergencia que no pueda ser cortado bajo ningún aspecto, de manera tal que servicios de emergencia como los bomberos, ambulancias y móviles de policía puedan desplazarse con fluidez.

Tenemos que entender que no solamente está en juego nuestro fastidio ante las demoras de un tránsito que se vuelve cada vez más caótico; lo que está en juego al no poder llegar los bomberos, al tener ambulancias que tardan más de lo debido, al impedirse que la policía se desplace con sus móviles, es la vida.

Defendamos a rajatabla y escrupulosamente nuestro derecho a peticionar ante las autoridades, a señalar las injusticias que se cometen, pero defendamos con la misma contundencia y compromiso la posibilidad de asegurar el orden, la convivencia y la seguridad de nuestra Ciudad.

Una sociedad justa y libre es también una sociedad ordenada. Necesitamos que se discuta y apruebe con urgencia nuestro proyecto de prohibición de los cortes de las avenidas principales de la Ciudad.

jueves, 16 de junio de 2011

Buenos Aires 2007. Rosario 2011

Me gusta caminar la ciudad; mirar o hacer compras en sus comercios -desde las panaderías hasta las librerías- y en medio de nuestras vidas cotidianas conversar sobre los asuntos más diversos. Siempre sale a cuento qué cosas aprendí de los aciertos y errores de nuestra gestión, y percibo que es una gestión, en general, bien valorada... Aún por aquellos que no nos han votado.

En esas recorridas por los barrios, encuentro el afecto de quienes recuerdan hechos positivos de mi gestión y el respeto de quienes me hacen saber sus críticas.

Pensaba en otros Jefes de Gobierno o Intendentes, que también salen solos a caminar las calles de su ciudad y reciben el afecto y reconocimiento de sus vecinos. Pienso en dos que fueron uno en términos de filosofía de gestión: Hermes Binner y Miguel Lifschitz de Rosario.

Con Miguel Lifschitz fuimos contemporáneos en la gestión y compartimos afecto, encuentros y actividades en el país y en el exterior. Tanto con él, como con Binner, siempre sentí que nos unía una comunidad de valores y objetivos.

Tenemos muchos puntos en común acerca de cómo tiene que ser una gestión local, y eso nos llevó a compartir muchos encuentros, experiencias y programas de gobierno, como el impulso a la descentralización del Gobierno, la agenda digital XXI implementada en Rosario y mi proyecto de banda ancha libre y gratuita para todos, el proyecto de recuperación de la ribera Buenos Aires-Rosario que presentamos en conjunto en la Bienal de Venecia, los programas sociales y el impulso vital a la cultura, entre otros.

Lo que nos une y ubica en campamentos muy cercanos y, a la vez, distante del resto de los candidatos en la Ciudad de Buenos Aires, son dos puntos que siempre surgieron en nuestras conversaciones y son presupuestos fundamentales de nuestra gestión: equidad y modernidad como ejes organizadores de nuestro pensamiento político y acción de Gobierno.

Igualar no significa atrasar a los que van más rápido, sino garantizar y arbitrar desde el Estado que todos, individual y comunitariamente, accedamos a los bienes materiales y simbólicos que nos permitan desplegar nuestras potencialidades.

Gobernar bien requiere pensar en las personas que le dan vida a la Ciudad y no solamente en los km. cuadrados que ocupa.

Y eso se vé en un dato incontrastable: los recursos económicos de los que dispone el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se han multiplicado por 4 desde que dejamos la gestión, pero ese crecimiento no se tradujo en desarrollo. Si el gobernante solo piensa en términos de contribuyentes, recaudación y km. de superficie, podrá lograr el crecimiento de la economía. Pero si en el centro de su pensamiento y acción está la dimensión humana y cultural de la sociedad, logrará además el desarrollo de la Ciudad y su pueblo.

Cuando camino las calles de nuestra Ciudad, veo alternarse el esplendor y la miseria. Encuentro un potencial humano formidable, legados culturales que enorgullecen, jóvenes inquietos y creativos, barrios de belleza e identidad. Y también el Sur abandonado, las villas y asentamientos, los chicos del paco, suciedad en la calle, desinversión en escuelas y hospitales y el tránsito caótico. Goberné esta ciudad. Hicimos muchas cosas y muchas más quedaron en el tintero, y eso me hace pensar en todo lo que hay por hacer, y lo poco que se hizo estos cuatro años.

La Buenos Aires que dejé en 2007 y la Rosario actual tienen mucho en común. Son nuestras ciudades y las amamos con sus muchas luces y sus dolorosas sombras. Sus gobernantes no deben darle la bienvenida a los que las habitamos. La Ciudad es nuestra casa común, y a nadie se le da la bienvenida en su propia casa. Somos los gobernantes los que debemos estar a la altura de merecer la bienvenida.

martes, 14 de junio de 2011

La diferencia entre hacer y testimoniar

La tarea política tiene dos funciones necesarias, definidas y diferentes entre sí: hacer y testimoniar.

Existen políticos reconocidos y respetados que hace años desempeñan tareas legislativas, promoviendo acciones de contralor, alertas, opiniones o denuncias. Los conocemos y valoramos su vital aporte a la democracia como guardianes de la misma.

La experiencia de la Alianza UCR-Frepaso mostró lo desastroso que puede resultar poner a gestionar a gente evaluada exclusivamente por su calidad testimonial. Verdaderos fiscales en los '90, la gente valoró esa tarea y sus apariciones en el programa de Grondona, en CQC, y en tantos otros; generaban adhesión y simpatía.

El error fue creer que porque eran buenos legisladores iban a gestionar bien. Hoy seguirían siendo excelentes legisladores si su paso por la gestión no hubiera terminado, en el 2001, en la peor crisis de la historia argentina.

Hoy hay candidatos que son buenos legisladores, que alertan sobre temas clave como los recursos naturales o la destrucción del Estado, pero sin experiencia de gobierno o experiencias de baja calidad en las políticas bajo su responsabilidad.

Hasta el año 2005 los porteños votaban por valores declamados y muchas veces impostados, sin evaluar hechos de gestión o presunción de capacidad para ésta.

La desesperanza y decepción en la política, hoy, es afortunadamente menor que en los años posteriores al estallido del 2001. Hace años que, para elegir a un Jefe de Gobierno, los ciudadanos comenzaron a preguntarse quién puede resolver mejor los problemas y aprovechar mejor las oportunidades de nuestra maravillosa Ciudad.

Por eso lo prefirieron categóricamente a Macri en la segunda vuelta de 2007, porque asumieron -hoy vemos que erróneamente- que un empresario acostumbrado a resolver problemas en el ámbito privado podría gestionar exitosamente lo público en la ciudad de Buenos Aires.

Por eso se valora positivamente nuestra gestión, porque se nos evalúa, aún hoy, por lo que hicimos y no por lo que dijimos, por los problemas que resolvimos, que fueron muchos y graves, y no por lo que dijimos que hicimos.

Los porteños van a evaluar como nunca capacidad de gestión, no capacidad de crítica; capacidad de solucionar, no capacidad de impostar; propuestas, y no ironías. Por eso, sabemos que podemos llegar a la segunda vuelta. Y no nos cabe ninguna duda que, como en 2007 hubiera ocurrido, solo nosotros en segunda vuelta le ganamos a Macri.

lunes, 13 de junio de 2011

Ahora somos dos con mameluco

Hace exactamente cuatro años, siendo yo Jefe de Gobierno en funciones, acepté debatir con el candidato Mauricio Macri en el marco de la campaña electoral. Asumí como presupuesto del debate que íbamos a discutir sobre temas que formaban parte de mi trabajo diario, sobre problemas cuya resolución constituían mi agenda y mi compromiso sin límites con la gestión, y sobre los cuales Macri no tenía mucha idea.

Frente a los dos candidatos, Macri y Filmus, yo era como el mecánico que está reparando el motor de un auto singular y complejo, con el mameluco ya engrasado, y pasa un transeúnte de impecable traje y sin conocimiento específico que le dice: “¿Por qué no prueba ajustar el árbol de levas?” o cualquier otra cosa. Ese mecánico que me sentí en ese debate, se secó la transpiración y la grasa con el mameluco, y respondió con todo respeto a los hombres de impecable traje que pasaban por ahí, pero que estaba claro que nunca en su vida habían visto un motor.

Pasaron cuatro años, y hoy sí Macri -que sabe algo más de lo que sabía en 2007 y seguramente no quiere ver el video de ese debate-, sólo puede discutir gestión conmigo. El debate con otros candidatos será como fue en 2007: testimonial, superficial y sin saber de lo que se está hablando, con candidatos que expresan deseos, intenciones y críticas sobre especificidades que desconocen.

Los porteños en general, y los periodistas que organicen debates en particular, deberán elegir entre un cruce de expresiones de deseo y slogans y un debate examinador a fondo y riguroso sobre la gestión.

Para Macri resultará muy placentero y cómodo debatir con candidatos que nunca ajustaron una tuerca en un moto, pero, seguramente, debatir conmigo lo inquietará. Él sabe que yo conozco hasta la última tuerca y tornillo, y sé qué es lo que se puede hacer, qué se hizo bien, qué se hizo mal y cómo debe hacerse.

Ahora somos dos con mameluco y podemos hablar sobre el motor del auto. Los demás, con sus impecables trajes, también están invitados a participar.

jueves, 9 de junio de 2011

La Ciudad necesita un Plan Estratégico de construcción racional, sustentable y humana

Me pidieron una opinión en Facebook, desde un grupo llamado “Construcción racional y sustentable”, acerca de cómo debería ser el desarrollo en materia habitacional para la Ciudad de Buenos Aires.

Recordaban mi posición durante mi gestión, cuando luego de escuchar a los vecinos de Caballito y otros barrios, decidimos suspender por seis meses los permisos de construcción en la ciudad, mediante el dictado del Decreto Nº 1.929/06 (Boletín Oficial Nº 2.565), ante la incredulidad de los empresarios del sector que intentaron, sin éxito, presionar y modificar nuestra postura.


A partir de ese momento, se le encargó a la empresa proveedora de servicios de agua y cloacas AYSA un estudio sobre el estado y la capacidad de la red sanitaria en los 6 barrios de Buenos Aires donde más se estaban construyendo torres y grandes edificios. También a partir de ese momento, comenzó a ser obligatorio que, antes de otorgarse un permiso de construcción, AYSA certifique que es satisfactoria la cobertura de la red en la zona.

Fueron medidas audaces y de emergencia porque nos tocó corroborar, desde el gobierno, lo que ya nos preocupaba antes de asumir: la inexistencia de un Plan Estratégico Urbano Ambiental.


Sin plan no hay destino. Es salir con un barco sin rumbo y quedar a merced de los vientos. En este caso, los vientos los dirige el negocio inmobiliario más preocupado por maximizar beneficios que por construir racionalmente, en línea con las necesidades habitacionales de los porteños, y preservando la identidad del barrio, la calidad de vida y la sustentabilidad medio ambiental.

Una vez que asumió el gobierno de Macri, no solo se dejó de lado nuestra medida preventiva acerca de los permisos de nuevas construcciones, sino que no se avanzó en la discusión y aprobación del Plan Urbano Ambiental que deberá fijar reglas claras, consistentes y extendidas en el tiempo de cómo construir en la ciudad sin afectar la identidad de los barrios y calidad de vida de los porteños.


El Estado abandonó todo tipo de intervención y regulación que ponga a los intereses comunes de la sociedad por sobre los de los empresarios de la construcción.


Un plan estratégico debe estar sólidamente apoyado en pilares tales como el déficit habitacional, la sustentabilidad en términos de recursos -energía, agua e infraestructura en general-, la preservación de condiciones ambientales –el aire, el sol, la iluminación natural, los niveles de ruido y la emisiones de carbono-, y la puesta en valor de la identidad porteña y barrial. Un pensamiento y una decisión estratégica debe evitar, también, la formación de burbujas inmobiliarias que la experiencia internacional, además, ya ha mostrado adónde nos pueden llevar.

Como ejemplo sobre este último punto, un informe sobre Puerto Madero indica que sólo el 28 por ciento de las unidades cuenta con residentes permanentes. Otro tanto sucede, aunque con porcentajes un poco menos alarmantes, en las nuevas edificaciones residenciales de alta gama en toda la Ciudad.

Para una ciudad como Buenos Aires, que tiene un déficit de viviendas de alrededor de 250 mil unidades, ese porcentaje de desocupación es irracional, obsceno y nos muestra la falta de políticas de Estado en la materia.


Modelos como el de Miami se basan en un perfil constructivo destinado a atender la necesidad de valorización de las inversiones antes que las necesidades de la población. Pretender trasplantar ese modelo constructivo a la Ciudad de Buenos Aires es pensar la Ciudad desde la peor perspectiva.


La construcción “premium” se desarrolló en paralelo con el crecimiento de los asentamientos, villas de emergencia y barrios precarios. Mientras tanto el déficit de casas para la clase media se profundiza, así como la saturación de construcción en barrios como Núñez y Caballito en detrimento de otras zonas como el sur de la ciudad.


Nuestros equipos están trabajando en el diseño de un plan estratégico como nunca se hizo en la ciudad. Sin ese plan, cada día que pasa solo profundiza la crisis habitacional y los problemas sociales que de ella se derivan, así como los problemas sanitarios y ambientales que deterioran, la calidad de vida de centenares de miles de habitantes de la ciudad, generando daños irreparables e irreversibles.

martes, 7 de junio de 2011

Brindar el servicio libre de banda ancha para todos los porteños es una medida estratégica, vital e indispensable

Nadie duda del lugar central que la Internet tiene y tendrá en la producción, circulación y acceso al conocimiento y la información. En ese sentido, es cada vez es más unánime la opinión de considerar el acceso a Internet como un derecho básico y una obligación de Estado el garantizarlo.

La Ciudad de Buenos Aires debe recuperar su perdido lugar de vanguardia en la promoción igualitaria de derechos y oportunidades. Y debe hacerlo brindando un servicio gratuito y de disponibilidad inmediata de acceso a la Internet para todos los porteños.

Hace algunos años, alguien nos avisaba por celular que nos mandó un e-mail, y le respondíamos: “cuando llego a casa entro a Internet y lo veo”.

Hoy ya no entramos a Internet, hoy vivimos en Internet. Se han cortado los cables y la Web está allí donde nosotros estamos.

El mundo entero, en poco tiempo más, recordará como un sinsentido que para meternos en Internet tengamos que entrar en un bar, en una oficina o en una casa con Wi-fi. Buenos Aires debe ir a favor del espíritu de la época, garantizando la conexión gratuita, libre y de total disponibilidad todo el tiempo y en todo lugar en nuestra querida Ciudad, hoy desconectada.

Internet es hoy un lugar en el cual vivimos, trabajamos, buscamos trabajo, conocemos gente, comprendemos al otro y su cultura, proyectamos y amplificamos la nuestra, descubrimos nuevos mundos -esos nuevos mundos que la nueva era está diseñando- nos manifestamos contra las injusticias, estudiamos, aprendemos y asumimos desafíos.

La Web y su carácter 2.0 (de ida y vuelta) resulta un dispositivo clave para el desarrollo individual y colectivo. La comunicación, el intercambio de información y la revolución tecnológica nos plantean un cruce de caminos: integración con inclusión o profundización de la brecha digital con cada vez más excluidos.

Quizás muchos recuerden que pocas semanas después de asumir en el 2006 como Jefe de Gobierno, yo quise hacerlo y así lo propuse públicamente,

Las presiones de algunas empresas fueron muy fuertes y la incomprensión del problema por parte del Gobierno Nacional, no ayudó. La correlación de fuerzas en ese momento no me permitió ir contra esos intereses.

Estas empresas no advirtieron que lo que les estaba proponiendo en definitiva, también entrañaba importantes oportunidades para ellos en términos de desarrollo de nuevos negocios y tecnología. Entender, aceptar y aprovechar las nuevas realidades que nos plantean los cambios de época y el desarrollo científico-técnico requiere perseverancia y un cambio cultural, sin pensar en chico.

No tengo compromisos que me impidan llevar adelante esta inciativa desde la jefatura de gobierno y el tiempo transcurrido desde entonces ha permitido tomar conciencia sobre las ventajas enormes de llevarlo a cabo sin un solo día más.

Mi compromiso: asumimos el 10 de diciembre y antes de fin de año llamamos a licitación para proveer el servicio de banda ancha para toda la Ciudad. Una vez licitado el servicio, en 90 días me comprometo a que toda la Ciudad tenga el servicio de Banda Ancha Gratuita.

Antes de que termine mi primer año de mandato, habrá banda ancha libre gratuita y de disponibilidad inmediata para todos los porteños en una Buenos Aires conectada.