martes, 7 de abril de 2009

Ferias y mercados: los aromas y sabores de nuestros barrios

Como buen apasionado de la cocina me gusta coleccionar diversas especias e ingredientes. Fanatizo con aromas como el del cilantro o el del ajo; además de los sabores que regalan un buen pescado o un auténtico guiso. Sin duda, los mejores lugares para comprar por calidad, variedad, atención y su particular entorno son los viejos mercados o centros de abastecimiento y las ferias itinerantes, denominadas comunmente como ferias barriales. Tenemos el Mercado de Productos Orgánicos (Federico Lacroze 4171), el de Nueva Pompeya (Saenz 790), el Mercado Comunitario Primera Junta (Rivadavia y Rojas), el hermoso mercado de San Telmo, entre muchos otros. Además contamos con la sesenta ferias itinerantes que recorren la ciudad de martes a domingo. Es muy lindo ver como los vecinos de cada barrio se concentran en torno a las plazas con sus bolsas y carritos. Me cautivan los colores, aromas y personajes que habitan cada una de las diferentes ferias de la ciudad. Durante mi juventud y, hasta hace algunos años, recorría todo el Mercado del Progreso, en Caballito. Pasaba varias horas tentado por la gran cantidad de delicias y por las charlas de los puesteros, fuentes inagotables de anécdotas porteñas.
Las ferias, que anteriormente eran las famosas ferias francas a las que me llevaba mi abuelo, trabajan de martes a domingo de 8 a 14 hs. Todos los puestos, según establece la ley, son atendidos por sus permisionarios. De esta manera se pudo evitar la rotación permanente de puesteros. Todas las ferias están habilitadas por el Ministerio de Desarrollo Económico de la Ciudad, que es el encargado de controlar la calidad de la mercadería, la higiene, los permisos, las libretas sanitarias, la exhibición de los precios y la precisión de las balanzas.
Sin duda cada fería o mercado representan un importante rincón de la ciudad y aporta a la convivencia, al diálogo y al disfrute del espacio público. Espero que las cuidemos para que sigamos disfrutándolas


Foto vía La Nación, Fernanda Corbani