Estado y Política Cultural

Los delirios refundacionales, los proyectos que se anuncian y desaparecen, la desesperación por borrar toda huella dejada por el anterior gobernante y su invariable demonización, dan cuenta de que entre nosotros, lamentablemente, viene ganando la primera opción.
Además de señalar las diferentes dimensiones sobre las que deben trabajar las políticas culturales de gobierno (Identitaria, preservando el patrimonio tangible e intangible y alentando la innovación y experimentación artística; Celebratoria e integradora, juntando distintos sectores sociales en las representaciones artísticas y en los eventos masivos; y Económica y Productiva, promoviendo las industrias creativas), argumenté que la política cultural debe tomar la parte que le corresponde en esa tarea mayor y permanente, siempre compleja y nunca inmediata, que es la de edificar una Nación cohesionada y justa.
El asunto es que si no hay identidad, celebración y desarrollo económico compartidos y para todos, podremos ser un país -un territorio y sus habitantes- pero no una Nación -una casa, y un destino, común-.
Veremos que da la discusión posterior. En unos días les cuento.