El problema no es Chávez
Hugo Chavez seguramente no imaginó que con su decisión de expropiar unas empresas de capitales argentinos, y de ¿bromear? acerca de que no lo haría con las de capitales brasileños, les estaría otorgando a los candidatos la posibilidad de discutir un tema sustancial en este período de campaña.
Sin embargo, la cuestión fue mucho más debatida entre periodistas, académicos y representantes de los trabajadores y de los empresarios que entre los candidatos que, a menos de 30 días de las elecciones, siguen en una especie de precampaña, discutiendo en los Tribunales acerca de si están jurídica y éticamente habilitados para presentarse.
Habrá que reconocerle a Hugo Chavez, entonces, la oportunidad inesperada, y por ahora desaprovechada, de debatir acerca de cómo debe actuar nuestro país frente a un hecho que, eventualmente, podría afectar nuestros intereses nacionales.
La mayoría de los candidatos siguieron metidos en su estratégica búsqueda de certificados de domicilio, o en desarrollar retóricas indescifrables para responder a la complejísima pregunta de si asumirán sus bancas si son electos, o en filmar extensas publicidades de frivolidad rampante.
Ni bien se supo de la acción expropiadora, el gobierno se puso a la defensiva, pidiéndole a Techint que reinvierta sus ganancias en emprendimientos que generen más producción, más trabajo y más conocimiento argentinos. Es un deseo correcto, y por eso los países económicamente más sólidos tienen sistemas de premios y castigos que lo incentivan.
Esos mismos países ejercen una diplomacia activa en defensa de sus empresas porque, como en nuestro caso, sus intereses nacionales también están expresados a través de inversiones de capital, público y privado, en el exterior y reclaman para sus empresas un trato igualitario en relación a las de terceros países –las brasileñas, en nuestro caso-.
Teniendo en cuenta la importancia del parlamento en la política exterior, este entredicho debería llevar a los candidatos del oficialismo a presentar y defender las acciones del gobierno en esta materia y los de la oposición a mostrar cuáles son los controles que intentan ejercer para verificar si ese principio de soberanía se cumple.
La discusión, o la falta de ella en realidad, no echó luz acerca de si la Argentina tiene mecanismos eficaces de promover y defender su comercio o sus inversiones en el exterior, sino que ratificó lo que cada uno piensa sobre Chavez, su ideología o sus extravagancias.
La principal candidata de la Ciudad de Buenos Aires, Gabriela Michetti, que tanto promueve las virtudes del diálogo, desaprovechó otra oportunidad para ejercerlo, y de este asunto tampoco dijo nada. Imaginamos que su palabra, entonces, es la de su jefe. A Mauricio Macri se le reveló que la presencia de Chavez en el Calafate, un par de días antes de anunciar la expropiación de las empresas de Techint, es una demostración de que nos encaminamos a una ola de nacionalizaciones que pondrá a la Argentina en la senda de la experiencia del socialismo bolivariano de Venezuela. Son extrañas las cosas que dice Macri cuando no lo tiene cerca a su mayor consejero, Durán Barba. ¿O habrá sido él quien se lo sugirió?
Carlos Heller compensó la desmesura opositora. Banquero, pero de izquierda, dijo que discutir el asunto es de derecha y propio de empresarios que solo buscan que sus empresas ganen plata. ¿Pensarán lo mismo los integrantes del directorio de su banco?
La Coalición Cívica, previsiblemente, habló del autoritarismo chavista. Y muchos sugirieron que la Argentina debería enfriar las relaciones con Venezuela, incluidos sus capítulos económico y comercial. ¿Harían eso si gobernaran?
Ninguna nación se mimetiza con otra por más acuerdos estratégicos que tengan entre ellas. A partir de la presidencia de Richard Nixon, EEUU no ha cesado de profundizar su alianza con China, sin que se generase, entre los norteamericanos, ninguna inclinación al socialismo, ni entre los orientales una irrefrenable vocación de elegir a sus gobernantes a través de un sistema plural de partidos políticos o elecciones libres. Por supuesto que el peso específico de los EEUU es muy diferente al de Argentina, pero también el de China lo es en relación a Venezuela.
Las voces más articuladas se hicieron escuchar desde los sectores de la producción, y desde cierto pensamiento académico, mostrando otra vez cuánta falta hace la mediación de los partidos políticos. Esas voces explicaron que la discusión no es sobre las medidas que adoptó Venezuela, que por cierto tiene el gobierno que su pueblo ha elegido y que, además, posee y consume bienes que en un caso necesitamos y en el otro producimos. La discusión pendiente es acerca de la mejor manera de defender los intereses nacionales, en el marco de unas alianzas regionales estables, que por definición, están más allá de los gobiernos de turno. El problema, nuevamente, no es Chavez.
Jorge Telerman
Publicada en el Diario Perfil el domingo 30 de Mayo de 2009
Sin embargo, la cuestión fue mucho más debatida entre periodistas, académicos y representantes de los trabajadores y de los empresarios que entre los candidatos que, a menos de 30 días de las elecciones, siguen en una especie de precampaña, discutiendo en los Tribunales acerca de si están jurídica y éticamente habilitados para presentarse.
Habrá que reconocerle a Hugo Chavez, entonces, la oportunidad inesperada, y por ahora desaprovechada, de debatir acerca de cómo debe actuar nuestro país frente a un hecho que, eventualmente, podría afectar nuestros intereses nacionales.
La mayoría de los candidatos siguieron metidos en su estratégica búsqueda de certificados de domicilio, o en desarrollar retóricas indescifrables para responder a la complejísima pregunta de si asumirán sus bancas si son electos, o en filmar extensas publicidades de frivolidad rampante.
Ni bien se supo de la acción expropiadora, el gobierno se puso a la defensiva, pidiéndole a Techint que reinvierta sus ganancias en emprendimientos que generen más producción, más trabajo y más conocimiento argentinos. Es un deseo correcto, y por eso los países económicamente más sólidos tienen sistemas de premios y castigos que lo incentivan.
Esos mismos países ejercen una diplomacia activa en defensa de sus empresas porque, como en nuestro caso, sus intereses nacionales también están expresados a través de inversiones de capital, público y privado, en el exterior y reclaman para sus empresas un trato igualitario en relación a las de terceros países –las brasileñas, en nuestro caso-.
Teniendo en cuenta la importancia del parlamento en la política exterior, este entredicho debería llevar a los candidatos del oficialismo a presentar y defender las acciones del gobierno en esta materia y los de la oposición a mostrar cuáles son los controles que intentan ejercer para verificar si ese principio de soberanía se cumple.
La discusión, o la falta de ella en realidad, no echó luz acerca de si la Argentina tiene mecanismos eficaces de promover y defender su comercio o sus inversiones en el exterior, sino que ratificó lo que cada uno piensa sobre Chavez, su ideología o sus extravagancias.
La principal candidata de la Ciudad de Buenos Aires, Gabriela Michetti, que tanto promueve las virtudes del diálogo, desaprovechó otra oportunidad para ejercerlo, y de este asunto tampoco dijo nada. Imaginamos que su palabra, entonces, es la de su jefe. A Mauricio Macri se le reveló que la presencia de Chavez en el Calafate, un par de días antes de anunciar la expropiación de las empresas de Techint, es una demostración de que nos encaminamos a una ola de nacionalizaciones que pondrá a la Argentina en la senda de la experiencia del socialismo bolivariano de Venezuela. Son extrañas las cosas que dice Macri cuando no lo tiene cerca a su mayor consejero, Durán Barba. ¿O habrá sido él quien se lo sugirió?
Carlos Heller compensó la desmesura opositora. Banquero, pero de izquierda, dijo que discutir el asunto es de derecha y propio de empresarios que solo buscan que sus empresas ganen plata. ¿Pensarán lo mismo los integrantes del directorio de su banco?
La Coalición Cívica, previsiblemente, habló del autoritarismo chavista. Y muchos sugirieron que la Argentina debería enfriar las relaciones con Venezuela, incluidos sus capítulos económico y comercial. ¿Harían eso si gobernaran?
Ninguna nación se mimetiza con otra por más acuerdos estratégicos que tengan entre ellas. A partir de la presidencia de Richard Nixon, EEUU no ha cesado de profundizar su alianza con China, sin que se generase, entre los norteamericanos, ninguna inclinación al socialismo, ni entre los orientales una irrefrenable vocación de elegir a sus gobernantes a través de un sistema plural de partidos políticos o elecciones libres. Por supuesto que el peso específico de los EEUU es muy diferente al de Argentina, pero también el de China lo es en relación a Venezuela.
Las voces más articuladas se hicieron escuchar desde los sectores de la producción, y desde cierto pensamiento académico, mostrando otra vez cuánta falta hace la mediación de los partidos políticos. Esas voces explicaron que la discusión no es sobre las medidas que adoptó Venezuela, que por cierto tiene el gobierno que su pueblo ha elegido y que, además, posee y consume bienes que en un caso necesitamos y en el otro producimos. La discusión pendiente es acerca de la mejor manera de defender los intereses nacionales, en el marco de unas alianzas regionales estables, que por definición, están más allá de los gobiernos de turno. El problema, nuevamente, no es Chavez.
Jorge Telerman
Publicada en el Diario Perfil el domingo 30 de Mayo de 2009
4 comentarios:
Cada vez que paso por la casa de Gobierno me acuerdo de vos, de como le regalaste la plaza Colón al Gobierno Nacional y nos privaste a los vecinos de la ciudad de una plaza que era pública. Ahora es privada. No tenés vergüenza.
Jorge, la distancia con lo electoral te vuelve cada día más claro.
Vivimos horas donde no sabemos cuál es la línea divisoria.
Pero por suerte vos seguís, a pinceladas, como un artista iluninado, dándonos algunos indicios del camino.
La espera no está hecha para cualquiera.
Seremos pocos, seremos muchos.
Pero te esperamos.
Ana de O.
Anónimo, no entendes nada.
Que los del gobierno nacional sean unos imbéciles no implica que una casa de gobierno (como la mayoría) merezca tener sus jardines.Además era un lugar al que nadie concurria y está la Plaza de Mayo al lado para que pasees todo lo que quieras.
Ni hablar de las excavaciones arqueológicas que se hacen en parte de ese terreno y que de cualquier modo impedían la circulación, así como la restauracion del mural de Siqueiros que tambien la están haciendo en ese espacio.
A ver si de una vez por todas separamos las instituciones de las personas. No seamos tan brutos
Gimena
Grande peladooooo!
A los K lo unico nacional que les interesa defender son sus campos en el sur!!!
H d P!!
Publicar un comentario