Los que ya ganaron (nota publicada en el Diario Perfil el domingo)
Esta noche, a las apuradas, se hablará tanto de derrotas como de victorias. Pasado el primer fervor, veremos que en esta competencia electoral la evaluación es más compleja: hay quienes ganarán aún si no salen primeros y hay quienes perderán por más que saquen más votos. Serán los casos, entre otros, de Kirchner, Carrió -ambos serán tratados en el artículo de mañana-, De Narváez, Reutemann, Binner y la estrella de los comicios, Pino Solanas.
Los que la hemos probado, sabemos que la derrota en la política es de las que más duele y parece no tener consuelo en una sociedad que nos mira con implacable desdén y no escucha el soliloquio melancólico o cabrero que el vencido repite, por pudor, en voz baja: “ya verán que están equivocados”. La derrota nos hace patéticos y más aún si creés que la buena estrella es tu eterna compañera.
El remedio para melancólicos que deberían tomar los que no obtengan las victorias holgadas, o los segundos puestos seguros, o los terceros pero dignos que sus oráculos les pronosticaban, solo puede ser administrado una vez que pase el frenesí de la noche del domingo, y se vea que hay victorias que están más allá del lugar que se ocupa en el podio. Santa Fe será un ejemplo: Reutemann y Binner ya se han ganado un lugar central en el proceso de reorganización, contención y despliegue de la vocación de poder de sus respectivas fuerzas políticas, aunque por supuesto la victoria será sólo de uno.
Otros dos que ya ganaron están en la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires y ocupan las antípodas en términos de ideología, trayectorias personales y recursos económicos: Pino Solanas y Francisco de Narváez. Los muy buenos resultados que obtendrán ambos esta noche eran inimaginables hasta hace pocas semanas. Allí se terminan las semejanzas, porque son diferentes las razones que explican sus cosechas de votos, y también los desafíos que enfrentarán para convertir esos resultados individuales en futuras construcciones políticas colectivas y durables.
La estupenda elección que se le augura a Pino Solanas, aún si no es la que mayores consecuencias tendrá sobre el nuevo paisaje político que se abrirá a partir de mañana, resonará con fuerza. Fue construida con vocación de artista, compromiso político, persistencia en sus predicados y creció como una fuerza de la naturaleza sobre un paisaje político devastado por la disputa entre personas y no entre partidos.
Su performance electoral le abre la posibilidad de confluir con otros sectores que, con matices diversos y a veces importantes, comparten su visión de la Argentina y del mundo. Es una nueva oportunidad, en estos nuevos tiempos, para que las voces de ese sector dejen de ser sólo testimoniales e incidan en el estado de las cosas y en las decisiones nacionales.
Por cuestiones de otro tipo, lo mismo le cabe a Francisco De Narváez. Nuevamente la fortuna lo lisonjea. Lo ha ayudado el dinero, el muchísimo dinero que ha invertido en su personalísima campaña, pero fueron también su estrella y sus talentos que lo hicieron destinatario de millones de votos a su favor, y de muchísimos en contra de Néstor Kirchner. Independientemente de terminar primero o segundo en el escrutinio, deberá optar entre participar de la reorganización del Justicialismo o decidir junto a Macri quién conduce el PRO, o como finalmente se denomine esa fuerza de centro derecha.
En el primer caso, deberá buscar la bendición de sus pares y afiliados y no sólo de los televidentes. Para quien ha conseguido tanto en tan poco tiempo, es un gran desafío aceptar que las posiciones a defender son las del consenso general del partido y no las decididas entre un pequeño grupo de muy buenos amigos y creativos publicitarios.
Nuestro sistema político, aún si se recreara alrededor de dos grandes partidos nacionales como probablemente sea el caso, se vería beneficiado por la existencia de terceros partidos. En la mayoría de las democracias modernas que se desarrollan reduciendo las desigualdades, que resuelven con solvencia sus inevitables conflictos de intereses y dan espesor a su densidad nacional, aún si están marcadas por el bipartidismo, tienen terceras fuerzas que resultan decisivas en la elección de los gobernantes o permiten que la oposición imponga algunas iniciativas parlamentarias.
Si el que obtiene más votos necesita aún de alguna de esas terceras fuerzas para poder gobernar, se allana el camino hacia una mejor y más racional cultura política de acuerdos y consensos, que los argentinos necesitamos desesperadamente.
No debería escandalizarnos si ese apoyo se obtuviera a cambio del compromiso de llevar a cabo tal o cual acción de gobierno o incorporando representantes de esa fuerza política al gobierno.
Así funcionan las democracias en el mundo y tanto el PRO como del otro lado Proyecto Sur, o sus futuras denominaciones, tienen con qué convertirse en esas terceras fuerzas que inclinen el fiel de la balanza. En ese caso, el triunfo que ya obtuvieron De Narváez y Solanas valdrá el doble y será para todos.
Jorge Telerman
Los que la hemos probado, sabemos que la derrota en la política es de las que más duele y parece no tener consuelo en una sociedad que nos mira con implacable desdén y no escucha el soliloquio melancólico o cabrero que el vencido repite, por pudor, en voz baja: “ya verán que están equivocados”. La derrota nos hace patéticos y más aún si creés que la buena estrella es tu eterna compañera.
El remedio para melancólicos que deberían tomar los que no obtengan las victorias holgadas, o los segundos puestos seguros, o los terceros pero dignos que sus oráculos les pronosticaban, solo puede ser administrado una vez que pase el frenesí de la noche del domingo, y se vea que hay victorias que están más allá del lugar que se ocupa en el podio. Santa Fe será un ejemplo: Reutemann y Binner ya se han ganado un lugar central en el proceso de reorganización, contención y despliegue de la vocación de poder de sus respectivas fuerzas políticas, aunque por supuesto la victoria será sólo de uno.
Otros dos que ya ganaron están en la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires y ocupan las antípodas en términos de ideología, trayectorias personales y recursos económicos: Pino Solanas y Francisco de Narváez. Los muy buenos resultados que obtendrán ambos esta noche eran inimaginables hasta hace pocas semanas. Allí se terminan las semejanzas, porque son diferentes las razones que explican sus cosechas de votos, y también los desafíos que enfrentarán para convertir esos resultados individuales en futuras construcciones políticas colectivas y durables.
La estupenda elección que se le augura a Pino Solanas, aún si no es la que mayores consecuencias tendrá sobre el nuevo paisaje político que se abrirá a partir de mañana, resonará con fuerza. Fue construida con vocación de artista, compromiso político, persistencia en sus predicados y creció como una fuerza de la naturaleza sobre un paisaje político devastado por la disputa entre personas y no entre partidos.
Su performance electoral le abre la posibilidad de confluir con otros sectores que, con matices diversos y a veces importantes, comparten su visión de la Argentina y del mundo. Es una nueva oportunidad, en estos nuevos tiempos, para que las voces de ese sector dejen de ser sólo testimoniales e incidan en el estado de las cosas y en las decisiones nacionales.
Por cuestiones de otro tipo, lo mismo le cabe a Francisco De Narváez. Nuevamente la fortuna lo lisonjea. Lo ha ayudado el dinero, el muchísimo dinero que ha invertido en su personalísima campaña, pero fueron también su estrella y sus talentos que lo hicieron destinatario de millones de votos a su favor, y de muchísimos en contra de Néstor Kirchner. Independientemente de terminar primero o segundo en el escrutinio, deberá optar entre participar de la reorganización del Justicialismo o decidir junto a Macri quién conduce el PRO, o como finalmente se denomine esa fuerza de centro derecha.
En el primer caso, deberá buscar la bendición de sus pares y afiliados y no sólo de los televidentes. Para quien ha conseguido tanto en tan poco tiempo, es un gran desafío aceptar que las posiciones a defender son las del consenso general del partido y no las decididas entre un pequeño grupo de muy buenos amigos y creativos publicitarios.
Nuestro sistema político, aún si se recreara alrededor de dos grandes partidos nacionales como probablemente sea el caso, se vería beneficiado por la existencia de terceros partidos. En la mayoría de las democracias modernas que se desarrollan reduciendo las desigualdades, que resuelven con solvencia sus inevitables conflictos de intereses y dan espesor a su densidad nacional, aún si están marcadas por el bipartidismo, tienen terceras fuerzas que resultan decisivas en la elección de los gobernantes o permiten que la oposición imponga algunas iniciativas parlamentarias.
Si el que obtiene más votos necesita aún de alguna de esas terceras fuerzas para poder gobernar, se allana el camino hacia una mejor y más racional cultura política de acuerdos y consensos, que los argentinos necesitamos desesperadamente.
No debería escandalizarnos si ese apoyo se obtuviera a cambio del compromiso de llevar a cabo tal o cual acción de gobierno o incorporando representantes de esa fuerza política al gobierno.
Así funcionan las democracias en el mundo y tanto el PRO como del otro lado Proyecto Sur, o sus futuras denominaciones, tienen con qué convertirse en esas terceras fuerzas que inclinen el fiel de la balanza. En ese caso, el triunfo que ya obtuvieron De Narváez y Solanas valdrá el doble y será para todos.
Jorge Telerman
5 comentarios:
me gustó Jorge!
Coincido con que se tiene que terminar con la democracia de la mayoría, es básico el consenso en un gobierno democrático, y como decís muy bien, un tercer partido serviría perfectamente para encaminarlo.
También, puede ser provechoso para volver a poner en escena a los PARTIDOS y a las dinámicas de los mismos, abandonando este Personalismo de la actualidad
un abrazo
Jorge, te extraño mucho en la Ciudad, levantá fuerte tu voz para proteger el Teatro Colon y los barrios tipicos de la ciudad que se ven en manos de un loco demoníaco como Macri, ignorante y rodeado de gente que demuele años de historia, barrios preciosos y convierte esta ciudad en un lugar sucio, desvastado, enbrutecido, insensible, y dan ganas de huir.
Jorge no desaparezcas. Extraño la actitud BSAS y la libertad, cultura y amor q se respiraba...fue un crimen que no hayas seguido vos....te aprecio!
volve!queremos volver a respirar cultura y libertad!
Jorge mi nombre es Mariano, tengo 20 años, estudio periodismo deportivo y sociología en la pública, y hace poco descubrí el blog. Me pareció más que interesante, diría decididamente que genial.
Ahora bien, la política es un sin fin de negocios en donde la cima a la que quieren llegar todos se llama: poder. Y el poder es el peor enemigo del hombre; si lo conseguís queres más, y más y más, hasta que uno llega a hacer lo imposible para obtenerlo.
Los Kirchner son un fiel espejo de dicha teoría. Su patrimonio personal creció a un sin fin de números, bajó a unos de los multimedios más grosos de Argentina, sacó la lay de medios y ahora va por la reforma política cuando el que perdió las elecciones el 28 de junio fue él. Increible.
Bueno te dejo mis saludos y felicitaciones, te dejo mi blog por si algún día tenés curiosidad.
(http://marianodeaya.blogspot.com)
Mariano Montalivet.
Your blog keeps getting better and better! Your older articles are not as good as newer ones you have a lot more creativity and originality now keep it up!
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