Casa del Escritor
Queda en Lavalleja al 900, barrio de Villa Crespo, zona de influencias insidiosas, harto peligrosas: Vacarezza y sus sainetes, Marechal y sus excesos "populistas", los tangos de Celedonio Flores y Cadícamo, César Tiempo, Juan Gelman. El lugar, que era un viejo depósito de pinturas, quedó hecho por supuesto una pinturita: 450 metros cuadrados con sus respectivas salas de exposiciones, de conferencias, un patio para lecturas de verano, una sala multimedia que ya aloja archivos digitalizados de escritores, libros y revistas, videoteca y mesas de computación.
Me estoy refiriendo a la nueva Casa del Escritor que acabamos de abrir nada menos que con la presentación de un nuevo libro del querido Noé Jitrik, El ojo de la aguja. Filosofemas. Una Casa del Escritor que será el nuevo espacio de la Ciudad exclusivamente dedicado a convertirse en lugar de encuentro de los escritores de Buenos Aires, del país, del Mercosur. Un espacio muy hermoso que ya mismo se irá poblando, como se dijo en la inauguración, con el alma, el talento, las ganas, el potencial de nuestros creadores y nuestra gente.
Está claro que, en primera instancia, la Casa del Escritor será un espacio dedicado a la literatura en todas sus fornas expresivas. Pero además, como en todas y cada una de las iniciativas que venimos desplegando a través de nuestras políticas culturales, será un punto de articulación de los programas de estímulo a las industrias editoriales, un lugar de diálogo y de encuentro entre escritores y público, entre actores del sector, de lanzamiento de nuevas acciones, un escenario adecuado para la realización de foros, congresos, seminarios, clínicas o concursos. Será un sitio privilegiado para el impulso de los sellos editoriales independientes, cooperativos o universitarios dedicados al rescate y la preservación de la cultura literaria de la Ciudad. Igualmente, un apoyo para ayudar a revertir inequidades en labilidad de proyección los mismos sellos o de los autores de la Ciudad, de las provincias o del Mercosur.
Habrá que repetirlo: no entendemos la cultura ni como exclusiva expresión de las bellas artes ni como mero producto de lo que haga el mercado en un tiempo determinado. La entendemos como espacio dinámico y como motor, como la capacidad constructiva y transformadora que tiene la propia sociedad, como lugar de diálogo y crecimiento. Buenos Aires ya tiene otro espacio nuevo para la generación de ideas y para el encuentro: la Casa del Escritor.
Me estoy refiriendo a la nueva Casa del Escritor que acabamos de abrir nada menos que con la presentación de un nuevo libro del querido Noé Jitrik, El ojo de la aguja. Filosofemas. Una Casa del Escritor que será el nuevo espacio de la Ciudad exclusivamente dedicado a convertirse en lugar de encuentro de los escritores de Buenos Aires, del país, del Mercosur. Un espacio muy hermoso que ya mismo se irá poblando, como se dijo en la inauguración, con el alma, el talento, las ganas, el potencial de nuestros creadores y nuestra gente.
Está claro que, en primera instancia, la Casa del Escritor será un espacio dedicado a la literatura en todas sus fornas expresivas. Pero además, como en todas y cada una de las iniciativas que venimos desplegando a través de nuestras políticas culturales, será un punto de articulación de los programas de estímulo a las industrias editoriales, un lugar de diálogo y de encuentro entre escritores y público, entre actores del sector, de lanzamiento de nuevas acciones, un escenario adecuado para la realización de foros, congresos, seminarios, clínicas o concursos. Será un sitio privilegiado para el impulso de los sellos editoriales independientes, cooperativos o universitarios dedicados al rescate y la preservación de la cultura literaria de la Ciudad. Igualmente, un apoyo para ayudar a revertir inequidades en labilidad de proyección los mismos sellos o de los autores de la Ciudad, de las provincias o del Mercosur.
Habrá que repetirlo: no entendemos la cultura ni como exclusiva expresión de las bellas artes ni como mero producto de lo que haga el mercado en un tiempo determinado. La entendemos como espacio dinámico y como motor, como la capacidad constructiva y transformadora que tiene la propia sociedad, como lugar de diálogo y crecimiento. Buenos Aires ya tiene otro espacio nuevo para la generación de ideas y para el encuentro: la Casa del Escritor.